Ciencia e intuición
El
método científico es considerado, teóricamente, como una escalera en la que
cada peldaño sirve para generar el siguiente. Sin embargo, en la práctica, el
conocimiento genera a su vez más dudas que pueden suponer un lastre para el
investigador, al considerarlas limitantes que no podrá superar por la ruta más
ortodoxa.
El
famoso divulgador científico Carl Sagan comentó en uno de sus libros (1997)
sobre la anécdota de un chófer que le planteó una serie de preguntas sobre
ciertos temas de seudociencia y cómo a medida que el científico iba descartando
cada doctrina falsa, el chófer se iba poniendo cada vez más triste. La razón
era simple: Sagan iba eliminando poco a poco una parte de la vida anterior del
chófer, pero a su vez, le abría las puertas a todas las maravillas, misterios y
situaciones emocionantes que existen en la ciencia real.
La
búsqueda de la verdad tiene como componentes básicos, la lógica y la
imaginación, entendida esta última como aquella intuición para idear propuestas
alternas a las verdades por todos predicadas. A veces, sólo basta ser un buen
observador y proponer una solución sencilla, que tener mucha información a tu
disposición. Francisco Rebolledo (2007) cuenta la historia
de cómo se logró el consenso para representar los elementos químicos a
principios del siglo XIX. John Dalton, amparado por su fama y prestigio, diseñó
símbolos basados en círculos, puntos y rayas para representar a los elementos.
Está de más decir que para sus contemporáneos, este sistema supuso mucha
dificultad para una ciencia ya de por sí considerada complicada. Fue un casi
desconocido químico sueco, Jöns Jacob Berzelius quien ideó el sistema basado en
el nombre en latín del elemento, usando la primera letra en mayúscula y la
segunda, en caso de requerirlo, en minúscula.
Muchas
veces no es posible observar directamente un fenómeno, por lo que es importante
tener la chispa para relacionar cómo puede influir en objetos o situaciones. En
este caso, el descubrimiento de los planetas más allá de Saturno, muestran la
situación comentada anteriormente. Pero otro buen ejemplo lo proporciona Shahen
Hacyan (2003) refiriéndose a
Michael Faraday. En 1831 se dio cuenta que cuando un imán se mueve cerca de un
alambre conductor, en éste último se genera una corriente eléctrica. Cuando
alguien le cuestionó por la utilidad de este descubrimiento, él respondió con
una analogía: “¿Para qué sirve un recién nacido?”. De esta forma, se puede
ejemplificar cómo la ciencia y tecnología avanzan a un diferente ritmo.
Por
otra parte, el ser humano tiene la semilla de la duda y el cuestionamiento, por
lo que busca respuestas que lo satisfagan, más allá de las ideas basadas en
buenos deseos o la fe. Esa es la principal diferencia entre la ciencia y la
religión. Los mismos griegos, a pesar de estar inmersos en una cosmogonía tan
amplia, supieron cuestionar ciertas verdades y poner el raciocinio por encima
de sus ideas ancestrales.
También
hay que tomar en cuenta que no basta tener una explicación que satisfaga al
investigador, sino que además, su hipótesis debe ser demostrable por medio de
experimentos u observaciones debidamente validadas, que a su vez tienen amplias
posibilidades de ser refutadas si acaso no son correctas. De hecho, hay
herramientas que precisan siglos para ser creadas o mejoradas, sin que ello
suponga un desánimo por parte de los que concibieron la idea y la teoría. Porque
aquello que no puede ser demostrado o refutado hoy, no significa que se
mantendrá de esa forma en el mañana.
No hay
que perder de vista que, tal y como menciona Alan Chalmers (1990) , la finalidad de la
ciencia es producir teorías que funjan como los engranes o instrumentos que
permitan relacionar aquellas situaciones que son observables con otras
similares o relacionadas. Así pues, sabemos que las cosas caen, pero precisamos
de una teoría para explicar por qué caen y de qué manera podemos aprovechar el
que caiga.
Referencias
Chalmers, A. F. (1990). ¿Qué es esa cosa llamada
ciencia? España: Siglo XXI.
Hacyan, S. (2003). Cuando
la ciencia nos alcance. México: Fondo de Cultura Económica.
Martínez, V. (23 de
Julio de 2013). TEDx Talks. Obtenido de Imaginacion y ciencia, mas
alla hay dragones: Vicent J. Martinez at TEDxValencia:
http://youtu.be/0G49C1wKltM
Rebolledo, F. (2007). La
ciencia nuestra de cada día. México: Fondo de Cultura Económica.
Sagan, C. (1997). El
mundo y sus demonios. México: Planeta.
Notas
adicionales:
La
divulgación científica siempre me ha llamado la atención. Considero que el velo
de complicación que actualmente tiene la ciencia, es parte del gran problema
que enfrenta: la carencia de nuevas generaciones que se muestren interesadas en
la investigación.
El
punto de origen del escrito fue la importancia de la intuición en la
investigación científica, sobre cómo la capacidad de algunas mentes para
conectar ideas que no parecerían guardar relación, pero que lograron ver el
panorama completo, o como se dice coloquialmente, pensar fuera de la caja.
Bien por todas tus actividades!
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