miércoles, 26 de noviembre de 2014

Actividad 1 Eje temático 4

Ciencia e intuición

El método científico es considerado, teóricamente, como una escalera en la que cada peldaño sirve para generar el siguiente. Sin embargo, en la práctica, el conocimiento genera a su vez más dudas que pueden suponer un lastre para el investigador, al considerarlas limitantes que no podrá superar por la ruta más ortodoxa.
El famoso divulgador científico Carl Sagan comentó en uno de sus libros (1997) sobre la anécdota de un chófer que le planteó una serie de preguntas sobre ciertos temas de seudociencia y cómo a medida que el científico iba descartando cada doctrina falsa, el chófer se iba poniendo cada vez más triste. La razón era simple: Sagan iba eliminando poco a poco una parte de la vida anterior del chófer, pero a su vez, le abría las puertas a todas las maravillas, misterios y situaciones emocionantes que existen en la ciencia real.
La búsqueda de la verdad tiene como componentes básicos, la lógica y la imaginación, entendida esta última como aquella intuición para idear propuestas alternas a las verdades por todos predicadas. A veces, sólo basta ser un buen observador y proponer una solución sencilla, que tener mucha información a tu disposición. Francisco Rebolledo (2007) cuenta la historia de cómo se logró el consenso para representar los elementos químicos a principios del siglo XIX. John Dalton, amparado por su fama y prestigio, diseñó símbolos basados en círculos, puntos y rayas para representar a los elementos. Está de más decir que para sus contemporáneos, este sistema supuso mucha dificultad para una ciencia ya de por sí considerada complicada. Fue un casi desconocido químico sueco, Jöns Jacob Berzelius quien ideó el sistema basado en el nombre en latín del elemento, usando la primera letra en mayúscula y la segunda, en caso de requerirlo, en minúscula.
Muchas veces no es posible observar directamente un fenómeno, por lo que es importante tener la chispa para relacionar cómo puede influir en objetos o situaciones. En este caso, el descubrimiento de los planetas más allá de Saturno, muestran la situación comentada anteriormente. Pero otro buen ejemplo lo proporciona Shahen Hacyan (2003) refiriéndose a Michael Faraday. En 1831 se dio cuenta que cuando un imán se mueve cerca de un alambre conductor, en éste último se genera una corriente eléctrica. Cuando alguien le cuestionó por la utilidad de este descubrimiento, él respondió con una analogía: “¿Para qué sirve un recién nacido?”. De esta forma, se puede ejemplificar cómo la ciencia y tecnología avanzan a un diferente ritmo.
Por otra parte, el ser humano tiene la semilla de la duda y el cuestionamiento, por lo que busca respuestas que lo satisfagan, más allá de las ideas basadas en buenos deseos o la fe. Esa es la principal diferencia entre la ciencia y la religión. Los mismos griegos, a pesar de estar inmersos en una cosmogonía tan amplia, supieron cuestionar ciertas verdades y poner el raciocinio por encima de sus ideas ancestrales.
También hay que tomar en cuenta que no basta tener una explicación que satisfaga al investigador, sino que además, su hipótesis debe ser demostrable por medio de experimentos u observaciones debidamente validadas, que a su vez tienen amplias posibilidades de ser refutadas si acaso no son correctas. De hecho, hay herramientas que precisan siglos para ser creadas o mejoradas, sin que ello suponga un desánimo por parte de los que concibieron la idea y la teoría. Porque aquello que no puede ser demostrado o refutado hoy, no significa que se mantendrá de esa forma en el mañana.
No hay que perder de vista que, tal y como menciona Alan Chalmers (1990), la finalidad de la ciencia es producir teorías que funjan como los engranes o instrumentos que permitan relacionar aquellas situaciones que son observables con otras similares o relacionadas. Así pues, sabemos que las cosas caen, pero precisamos de una teoría para explicar por qué caen y de qué manera podemos aprovechar el que caiga.

Referencias

Chalmers, A. F. (1990). ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? España: Siglo XXI.
Hacyan, S. (2003). Cuando la ciencia nos alcance. México: Fondo de Cultura Económica.
Martínez, V. (23 de Julio de 2013). TEDx Talks. Obtenido de Imaginacion y ciencia, mas alla hay dragones: Vicent J. Martinez at TEDxValencia: http://youtu.be/0G49C1wKltM
Rebolledo, F. (2007). La ciencia nuestra de cada día. México: Fondo de Cultura Económica.
Sagan, C. (1997). El mundo y sus demonios. México: Planeta.


Notas adicionales:
La divulgación científica siempre me ha llamado la atención. Considero que el velo de complicación que actualmente tiene la ciencia, es parte del gran problema que enfrenta: la carencia de nuevas generaciones que se muestren interesadas en la investigación.

El punto de origen del escrito fue la importancia de la intuición en la investigación científica, sobre cómo la capacidad de algunas mentes para conectar ideas que no parecerían guardar relación, pero que lograron ver el panorama completo, o como se dice coloquialmente, pensar fuera de la caja.

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